Despertares: aprender a vivir junto a Robin Williams y Robert De Niro

20.10.2019

¿Han pensado alguna vez en qué ocurriría si, luego de una vida entera postrados en una cama sin mover un solo dedo, despiertan de pronto, capaces de amar, llorar, reír, jugar e incluso aprender? Esta es una historia real enfrascada en una película

Despertares es un film dirigido por Penny Marshall (quien también dirigió Jumpin' Jack Flash, como la canción de los Rolling Stones), donde nos cuenta la obra del neurólogo Oliver Sacks, pero encarnado en otro nombre: Malcom Sayer, quien es interpretado por Robin Williams.

Luego de pasar su vida entera tratando con lombrices, Sayer decide trabajar en un hospital con pacientes en estado catatónico. Aquí conoce a Leonard Lowe (Robert De Niro), un paciente con encefalitis letárgica, con quien irresponsablemente experimenta la L-dopa -una droga hoy muy utilizada para el tratamiento del párkinson-, pero no sale mal como esperaríamos, pues después de muchos fracasos, Leonard "despierta" (de ahí el nombre de la película). Luego del éxito con este primer paciente, se empieza a medicar a todos los demás, y como por obra de magia, todos despiertan. Desde ahí comienzan su vida, y Leonard, sobre quien gira la historia, aprende incluso lo que es el amor, con una Penelope Ann Miller comprensiva, cariñosa y totalmente enamorada.

Desde un inicio tenemos un pro: encontramos a un Robert De Niro lejos de la juventud de Taxi Driver, recogido en un paciente con catatonia, actuando de manera humana y sin caer en la sobreactuación. Es lo que es, lo que tiene que ser (quizá aquí hago un poco de Spoiler): Un personaje que tuvo una infancia, que durmió y que al despertar desea vivir, que aprende, y que al aprender lentamente vuelve a apagarse.

El otro pro es Robin Williams. Un actor que ya había empezado a abrirse paso en el cine desde sus dos nominaciones al Oscar por mejor actor en Good Morning, Vietnam (1987) y Dead Poets Society (1989), y con tan solo 10 años en la industria cinematográfica. El dúo creado por los dos actores nos da una sensación de tranquilidad desde el inicio, porque confiamos en la experiencia del primero y en el talento del segundo. 

La película abre también una discusión, pues, así como Sayer pierde el miedo a la interacción con el universo, es una experiencia que nuestro personaje desconoce y se hace aún más delicada sabiendo el estado en que sus pacientes se encuentran, en primera instancia imposibles de conocer y luego ávidos de sabiduría.

Y sufre.

Al ver esta obra cinematográfica tan bien lograda por ambos actores y con el apoyo de grandes como Penelope Anne Miller, quien representa al amor de la nueva vida de Leonard, junto a toda la emoción y cursilería, que obviamente requiere ver la medicina como algo más allá que curar números en un par de camillas, a cualquiera le entra el deseo de pasar al libro original, del mismo nombre, de Oliver Sacks. Y es que te hace reflexionar, lo corta que es a veces la vida, y lo bueno que es disfrutar el poco (a veces muy poco) tiempo que estaremos en este mundo. Este film merece un 10/10.

Y por si aún no se convencen de lo que esta película les puede entregar, les dejo un fragmento de la escena final. 

Javiera Román Palma
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar