El exorcismo de Emily Rose: ¿la más sobria en su tópico?

20.10.2019

Una de las principales formas en las que el género del terror ha ganado su alcance es abordando temáticas como la posesión demoníaca y hoy abordaremos uno de sus exponentes más clásicos a lo largo de la historia: El Exorcismo de Emily Rose. Este filme apostó por adaptar cinematográficamente, por primera vez, la historia de Anneliese Mitchell, una joven alemana que a sus 24 años de edad vivió una historia digna de ser transformada en una cinta de horror para la gran pantalla.

Anneliese Mitchell, fotos previas y posteriores a su exorcismo.
Anneliese Mitchell, fotos previas y posteriores a su exorcismo.


La película se desarrolla en una dualidad de espacios, lo cual resulta, a modo de atmósfera, ambivalente, pues, mientras en momentos nos encontramos en el juicio -envueltos en la parte argumental-, en otros somos llevados de vuelta al pasado, donde a modo de flash back nos encontramos con los momentos que atravesó Emily durante su posesión. En estas instancias es donde se desarrolla el terror del filme, junto con los momentos en los que la abogada Erin Brunner (Laura Linney) y el padre Richard Moore (Tom Wilkinson) son acechados por las fuerzas oscuras alrededor del caso, las cuales se oponen a que se revele la verdadera historia de Emily en el estrado.

El exorcismo de Emily Rose carece bastante de efectos especiales, golpes instrumentales y los famosos screamers que tanto abundan en el cine de terror contemporáneo: aquí nos encontramos con elementos básicos. Si buscas vómito verde al estilo de El Exorcista, este filme no es para ti. El terror parte desde una primera instancia, donde el desarrollo de personajes, la trama y la atmósfera, construida gradualmente en la película, son lo que nutre al filme de una tensión psicológica que te mantendrá al borde del asiento. 

Para empezar, es importante tocar los aspectos positivos del filme y es que hay bastantes a nombrar: el satisfactorio desarrollo de la protagonista -y la excelente interpretación de su actriz principal-, el uso acertado de los recursos cinematográficos y de los espacios en los que se desarrolla el filme y su argumento bien llevado a cabo. Estos puntos claves la llevan a ser una pieza muy fuerte de su género, a pesar de no contar con varios de los medios más comunes en los que recae el mismo a la hora de asustar. Es importante tenerlo en cuenta, ya que los verdaderos adeptos del cine de terror han de saber que un buen filme del género no se califica basándose en cuantas veces te hizo saltar del asiento, sino en cuantas veces hizo que se te pusiera la piel de gallina y el corazón te latiera con fuerza, lo cual esta película definitivamente logra.

Con un par de escenas retrospectivas y algunas entrevistas podemos conocer un poco el pasado de Emily, donde es caracterizada como una joven humilde y aplicada, lo que busca que se construya una empatía hacia la protagonista al conocerla más allá de un simple objeto de posesión y material para el terror. Este objetivo realmente se logra, lo cual también provoca que sus comportamientos posteriores a ser poseída tengan más impacto para el espectador. 

Los espacios en los que se desarrolla la película son simples: la casa de campo de los Rose, la habitación de Emily en la universidad, el campus, los salones de clase, el hospital y el establo, entre otros. Escenarios cotidianos y poco escalofriantes a primera vista. Sin embargo, en el transcurso de la película, todos esto espacios se transformarán en un auténtico infierno, al ser acompañados de un par de colores fríos, algo de bruma y un clima tempestuoso. Esto, además, calzará con las escalofriantes etapas que atraviesa la protagonista, las cuales presenciaremos por medio de algunas tomas turbulentas del entorno, con un inteligente juego de luces, que harán posible disfrutar y sufrir los momentos clímax del filme. El conjunto de todo lo anteriormente mencionado es explotado a sus anchas en el exorcismo, el cual consta de una sola escena de un par de minutos en los que se te erizará la piel al ver a su actriz principal realizar movimientos corporales brutales e incómodos de ver, emitir voces siniestras y potentes; y todo esto acompañado de una estremecedora lluvia torrencial junto con diálogos, idiomas y secuencias fílmicas una tras otra que te harán latir el corazón con fuerza frente a la brutalidad de lo ocurrido en la pantalla.

Dejando de lado el terror en sí mismo, a lo largo del filme existe una constante atmósfera de tensión con un dilema de por medio, donde el abogado Ethan Thomas (Campbell Scott) se presenta como antagonista, quien es el encargado de desmentir en el estrado el concepto creyente de la posesión, probando que Emily padecía de un trastorno psicológico y que, por ende, su muerte fue negligencia del padre Richard Moore al recomendarle abandonar el tratamiento médico por uno espiritual. Este constante debate se presta para el cuestionamiento, mostrando ambas caras de la moneda y permitiendo diversidad de opinión; aun teniendo en cuenta de que los protagonistas se inclinan hacia una de las dos posturas, puesto que igualmente se expone una cantidad equivalente de argumentos y testimonios desde ambos polos.

A pesar de que han sido mencionados muchos elementos valiosos, es importante no dejar nada fuera y asumir que no todo es perfecto en El Exorcismo de Emily Rose, por lo que también es bueno ver qué no hace bien esta película. Sus falencias son bastante puntuales. Este mismo carácter dividido con el que cuenta la película, el cual nos transporta intermitente de un espacio temporal al otro, puede, en ocasiones, tornarse algo ambiguo y poco consistente, haciendo más arduo para el espectador seguir el ritmo de la trama. Por otro lado, esto también impide que las emociones lleguen a lo que podrían llegar de seguir una sola línea de tiempo en vez de varias paralelas. Esto se evidencia cuando una escena diseñada para asustar comienza. Al principio sentimos el miedo brotar en nuestro estómago, la escena avanza, viene el susto y, antes de poder canalizar la sensación recién experimentada o mantenerla lo suficiente para que pueda continuar acumulándose con otras del filme, recaemos nuevamente en otra escena del juicio. En este espacio, tenemos que seguir analizando y conociendo la trama, por lo que dejamos completamente atrás la escena anterior -junto con el miedo transmitido en ella- y la digerimos con toda facilidad, casi olvidando que es una película de terror hasta la siguiente escena, repitiendo esta dinámica intermitentemente a modo de circulo vicioso.

Quitando esto del camino, la película apela a lo emocional, lo racional y lo psicológico, por lo que tiene muchísimo que ofrecer. Su desarrollo te permitirá disfrutarla como un thriller judicial, si buscas algo más que un mero filme de terror. La trama y la brillante actuación de la protagonista, junto con la apuesta del director por un terror más sobrio y menos recargado de monstruos para pesadillas de un infante, componen uno de los filmes más valiosos y completos de su género. Esta película toma todas las piezas posibles a su favor y te hace llegar al desenlace con un buen sabor de boca y una sensación de inquietud aún latente.

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